Este texto fue publicado en “Psicología. Publicación mensual informativa”, Facultad de Psicología, UBA, Año 12, Nº 107, septiembre de 2002.


El atolladero curricular de las carreras de psicologia


Por Raúl Courel


En nuestras carreras de psicología tenemos el problema de cómo hacer entrar en un plan de estudios de grado los contenidos indispensables para que la formación brindada justifique las incumbencias profesionales,(1) que en nuestro país acompañan automáticamente a quien obtiene el título.(2)

La dificultad crece con el desarrollo de la disciplina, con su pluralidad teórica y metodológica y con la diversificación de sus campos de ejercicio profesional. El problema está vinculado a que el título de psicólogo es sólo uno y habilitante para todos los campos sin necesidad de cualquier especialización.

Nuestras carreras, hayan sido planificadas, o no, siguiendo el modelo Boulder,(3) comparten con éste, explícita o implícitamente, el criterio de que el grado debe preparar para el desempeño de cualquier rol que requiera la disciplina, sea como ciencia, sea como profesión. En los acuerdos logrados en el Comité Coordinador de Psicólogos del Mercosur y Países Asociados se ha sostenido este criterio, señalándose que las carreras deben “garantizar en el grado la formación generalista y suficiente para el ejercicio profesional, reservando la especialización al posgrado”.(4) La misma posición ha sido sostenida por la Asociación de Unidades Académicas de Psicología de Argentina y Uruguay (AUAPSI) en sus recomendaciones para la formación universitaria en psicología(5), aunque recientemente el tema ha entrado en discusión.

También se ha afianzado el concepto de que la formación profesional debe estar anudada a la científica, de manera congruente con la preeminencia que tiene la ciencia en nuestra civilización. Si el psicólogo adquiere una sólida base científica, se piensa, podrá desempeñarse en los más diversos campos de trabajo porque dispondrá de herramientas confiables o, al menos, estará capacitado para elegir las adecuadas. Últimamente, además, ha venido escuchándose con frecuencia la idea de que en la formación del psicólogo se debe prestar más atención a dimensiones éticas y personales.

La implementación de todos estos criterios de manera conjunta en una sola carrera encuentra dificultades. Si bien en las últimas décadas el desarrollo de la psicología como ciencia ha sido notable, es un hecho que sus campos de trabajo profesional se han extendido bastante más allá del sostén que le ofrecen tales avances. Esto se hace particularmente notorio en países como el nuestro, donde la investigación científica tiene una presencia escasa en la formación de los psicólogos y las actividades profesionales que pueden realmente apoyarse en ella son pocas.

Se han destacado, por otra parte, diferencias de índole epistemológica entre hacer ciencia y ejercer la profesión, caracterizando una dimensión académico-científica de la psicología y otra profesional-tecnológica: mientras el científico trabaja en la formulación de los problemas, se dice, el profesional lo hace en la perspectiva de su solución.(6) En lo que concierne al psicoanálisis, de marcada presencia en nuestras carreras, su clara especificidad disciplinaria lleva a reconocer discordancias varias entre la formación académico-universitaria y los requerimientos profesionales, y no solamente cuando el psicólogo se dedicará a la práctica psicoanalítica.(7)

Estas consideraciones, como se puede advertir, conducen a preguntas acerca de si la formación que brindamos es o no suficiente para sostener las actividades profesionales del psicólogo en cualquiera de sus campos. Nunca las respuestas dejan a los planes de estudios bien parados. Mi tesis es que algunos supuestos de planificación curricular, asumidos habitualmente como básicos y necesarios, generan exigencias imposibles de cumplir y dificultan el logro de una mejor adecuación entre los curricula y lo que esperamos de ellos.

En un estudio sobre la formación en psicología en las universidades latinoamericanas,(8) se hace notar la general coincidencia de los expertos en que un curriculum debe cumplir con objetivos tan variados como los siguientes: garantizar un sólido conocimiento de los procesos biológicos, psicológicos, sociales y culturales del comportamiento, garantizar el dominio de los diversos métodos y técnicas de investigación, enseñando los diversos pasos, fases y requisitos de que consta una investigación científica, dar formación interdisciplinaria y deontológica, capacitación teórico/práctica y habilidades y técnicas suficientes para medir, evaluar, diagnosticar y desarrollar programas de evaluación, intervención y prevención en los diversos campos aplicados de la Psicología, y sigue la lista. Los lineamientos dados por el Comité Coordinador de Psicólogos del Mercosur y Países Asociados tienen una tesitura similar, y subrayan, además, la importancia y necesidad de pluralismo teórico y metodológico.(9) En lo que respecta a la AUAPSI, si bien en las recomendaciones arriba mencionadas se ha seguido esa dirección, actualmente se han empezado a reconocer las dificultades y a debatir sus implicaciones.

Llama la atención la distancia entre las recomendaciones y las posibilidades de llevarlas a la práctica. No es posible, en una carrera de duración razonable, dar una formación que asegure a la vez conocimientos sólidos de procesos tanto biológicos como psicológicos, sociales y culturales del comportamiento, pluralismo teórico y metodológico, integración teoría-práctica, dominio de los diversos métodos y técnicas de investigación y, además, la adquisición de habilidades y manejo de técnicas de evaluación, intervención y prevención en los diversos campos de ejercicio profesional. Es, simplemente, imposible.

En nuestro país, el título de grado acredita la posibilidad de hacer psicoterapia y diseñar investigaciones científicas, de brindar asesoramiento psicológico a empresas y realizar peritajes forenses, de coordinar grupos y hacer orientación profesional, de operar en problemas escolares y asistir psicológicamente a equipos deportivos (la lista continúa). La conclusión se torna obligada: no es posible brindar en una carrera de grado formación teórica y metodológica suficiente para asegurar un ejercicio profesional responsable en tantas ramas de la psicología.

Merece consideración especial el criterio de que tanto los planes de estudios como los programas deben ser teórica y metodológicamente plurales, nacido sin duda del sano propósito de que el psicólogo adquiera una vasta formación no dogmática. No ha sido demostrado, sin embargo, que el referido pluralismo contrarreste con eficacia el dogmatismo. Sí se advierte, en cambio, que al diversificarse los contenidos curriculares y al reducirse el tiempo que se dedica a cada uno de ellos, los aprendizajes se hacen más superficiales y el conjunto más ecléctico.

El eclecticismo de los planes de estudios generalmente procede, antes que de una propedéutica rigurosa, de la necesidad de que un conjunto heterogéneo de profesores compagine en un solo curriculum sus distintas concepciones, que en verdad no fueron hechas para compaginarse entre sí. Notemos también que el profesor a quien se pide un programa con contenidos teórica y metodológicamente variados, se ve constreñido, para evitar la inclinación hacia una sola perspectiva, a mantener la propia en suspenso, al menos en alguna medida. Esta exigencia, que en verdad es imposible de cumplir plenamente, entorpece o disminuye el aprovechamiento de sus aportes más inteligentes.

En resumen, la necesidad de mayor coherencia interna de los planes de estudio, sentida tanto por los psicólogos que trabajan como por los profesores que los forman, sumada al heterogéneo crecimiento de la psicología y al empeño en abarcarlo todo, plantea problemas cada vez más apremiantes. El propósito de mantener un título de grado único y habilitante para todos los campos profesionales, creyendo que es posible brindar en ese escaso tiempo formación suficiente en las diversas teorías y métodos que comprende la psicología, requiere una cuidadosa revisión.

Referencias:

1. Las carreras de grado en psicología en Argentina tienen una duración de entre 5 y 6 años e insumen alrededor de 3.500 horas.

2. Ver Ley Nacional del Ejercicio de la Psicología Nº 23.277 (1985) y Resolución Ministerial Nº 2.447 (1985), Incumbencias de los Títulos de Psicólogo y de Licenciado en Psicología. Ministerio de Salud y Acción Social. República Argentina.

3. Este modelo fue propuesto por la Conferencia sobre Enseñanza de la Psicología, realizada en Boulder, Colorado, Estados Unidos, en 1948, y adoptado por la Primera Conferencia Latinoamericana sobre Entrenamiento en Psicología, llevada a cabo en Bogotá, Colombia, en 1974. Ver Ardila, R. Ed. (1978), La profesión del psicólogo. Ed. Trillas, México..

4. Ver Protocolo de Acuerdo Marco de los Principios para la Formación de Psicólogos en los Países del Mercosur y Países Asociados (1998), punto 3. 7. Firmada en Montevideo, Uruguay el 4 de diciembre de 1998.

5. Ver AUAPSI (1998), Programa de formación de especialistas en innovación curricular. Informe de la segunda etapa del programa de innovacion curricular. Recomendaciones acerca de la formación universitaria en psicología en Argentina y Uruguay. Documento disponible en la Biblioteca de la Facultad de Psicología, UBA. Buenos Aires, Argentina.

6. Julio Villegas. Carta personal, 23/11/2000.

7. Ver Courel, R. y Talak, A.M. (2001). “La formación académica y profesional del psicólogo en Argentina”. En J.P Toro y J.F. Villegas (Eds.), Problemas centrales para la formación académica y el entrenamiento profesional del psicólogo en las Américas, Volumen I . Sociedad Interamericana de Psicología, Buenos Aires, JVE Ediciones, 2001, págs. 57-66.

8. Blanco, A. (2001). “Proyecto para la armonización de los curricula de psicología en las universidades latinoamericanas”. En J.P Toro y J.F. Villegas (Eds.), op. cit., págs. 415 y 416.

9. Ver Protocolo de Acuerdo Marco de los Principios para la Formación de Psicólogos en los Países del Mercosur y Países Asociados (1998), punto 2

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